Crisis y abusos hunden el consumo, que ya es un 18% menor que en 2007
El Índice General del Comercio Minorista, que mide el gasto de los hogares españoles en consumo en establecimientos comerciales de todo tipo, presenta una variación del –3,9% respecto al año 2012. Así lo atestigua el INE, que además muestra un panorama crudo durante la crisis. A pesar de los esfuerzos de las familias, crisis inacabable y abusos oligárquicos han causado que el consumo total haya caído un 18% desde 2007.
30-01-2014
De tiendas, cada vez menos, y sólo para lo más básico. Así es como hay que entender el último Índice del Comercio Minorista elaborado por el Instituto Nacional de Estadística, informe que mide de manera corregida el gasto llevado a cabo por los consumidores españoles en establecimientos comerciales de todo tipo, incluido pequeño comercio, supermercados, grandes superficies y también estaciones de servicio. La cifra inicial ya es preocupante; sigue cayendo el consumo, casi un 4% de media en 2013 frente a 2012.
Pero lo más inquietante es que 2013 no hace sino continuar una senda comenzada desde el inicio de la crisis económica. Los años 2006 y 2007 marcaron máximos en consumo minorista, enmarcados en la fase final de la expansión inmobiliaria, que elevó exponencialmente la venta de artículos de equipamiento del hogar y también del transporte. A partir de entonces, desplome absoluto, coincidente con el 'crack' del ladrillo. Y esfuerzos de las familias por maximizar su ahorro; el índice de consumo marca mínimos año a año.
2012 cerraba como el año en el que menos se había consumido en comercios minoristas. Y, a diciembre de 2013, ese consumo en mínimos continuaba, apenas corregido un poco al alza gracias a un pequeño repunte de las ventas de alimentos y vestido. Dos años de actividad mínima en establecimientos comerciales, coincidentes precisamente con la eclosión de los abusos bancarios y oligárquicos que lastran las economías familiares. No es que los consumidores no sufrieran abusos antes de 2012; es que ahora es cuando más se notan.
Luz, gasolinas, abusos bancarios...
En efecto, los consumidores han llevado a cabo un ejercicio de sensatez, una lección de contabilidad familiar durante estos años de crisis, minimizando sus deudas al máximo y tratando de ahorrar todo lo posible. De ello saben bien en el sector comercial, sometido a una larga crisis de consumo. Pero los efectos positivos de este máster en consumo responsable por parte de los ciudadanos no acaban de llegar, porque lo que ahorra el consumidor por un lado va a parar a las cuentas de beneficios de las oligarquías españolas.
Abusos bancarios como las cláusulas suelo hipotecarias, las comisiones y los gastos en productos y servicios financieros básicos -hasta medio millar cuenta ADICAE- o los seguros contratados muchas veces de manera innecesaria en los bancos exprimen el bolsillo del consumidor. Y el comportamiento abusivo y vergonzante de las grandes comercializadoras de energía, especialmente las eléctricas y las petroleras, han convertido bienes de primera necesidad como la luz y la gasolina en artículos de lujo.
Frente a una población cuya renta ha caído un 10% durante la crisis, la luz lleva camino de duplicar su coste entre 2005 y 2015, y la gasolina sigue marcando máximos, encarecida más de un 65% en los últimos cinco años. Así las cosas, los gastos básicos fijos son cada vez más fijos, menos variables, y cada vez más caros. Un cóctel explosivo para los consumidores, que deben incrementar su presión reivindicativa frente a todos estos abusos.