“¡Compro oro, compro oro!”. Es un grito que retumba en los centros neurálgicos de casi todas las ciudades españolas. En los últimos años han proliferado negocios de compraventa de oro, al calor de la crisis económica y aprovechando la desesperanza de decenas de miles de consumidores que, agobiados por las deudas, deciden desprenderse de aquellos objetos de valor que ya no necesitan, a pesar de la elevada carga sentimental que suponen algunos de ellos. Sin embargo no todos los negocios de compraventa de oro son iguales, ni todos cumplen con la normativa vigente.

ADICAE, que nunca hubiera tenido que realizar un reportaje de estas características pero se ha visto obligada a ello por culpa de la precaria situación económica de muchas familias, trata de guiarle para que no le den gato por liebre y, si decide hacerlo, venda sus pertenencias de manera legal y a un precio acorde al de mercado.

¿Cómo se calcula el precio del oro?

El gramo de oro se valora en función del peso –kilataje- de la pieza. Cotiza en Bolsa, por lo que es relativamente sencillo calcular su valor. Como en cualquier negocio, hay unos márgenes de beneficio, por lo que cada empresa tiene su tarificación o precio de compra como lo puede tener cualquier otro comercio.

El precio del oro sube y baja dependiendo de la oferta y la demanda mundial. Tratándose de un mercado tan global, no existe un único lugar donde se comercie con oro, contrariamente a las Bolsas donde hay un único precio de cierre, la cotización del oro continuamente está en movimiento, normalmente durante 23 horas al día y en varios sitios al mismo tiempo. Cierra únicamente durante una hora al día, cuando termina la sesión en la costa oeste de Estados Unidos y justo antes de que empiece la de Tokio. Esto se produce entre las 22:00 y las 23:00 hora de Londres.

Cuando el mercado está abierto, varias decenas de bancos publican su cotización del precio del oro físico en una terminal de Bloomberg o Reuters. Si se tiene acceso a este servicio se pueden ver los precios de algunos bancos. Estos suelen ser muy similares, y sirven de referencia para la compraventa de oro.

Muestra de precios de compraventa de oro

Fuente: Oro Direct

Así se regula la compraventa de oro

Si bien estas operaciones no están regladas por ninguna ley, sí existe un reglamento que marca sus pautas legales. Se trata del Reglamento de objetos fabricados con metales preciosos, de 1988. En su artículo 81 se explica que “las casas de compraventa… y, en general, quienes se dediquen al comercio de objetos usados de oro, plata o platino, con o sin piedras preciosas o perlas finas, deberán comunicar a los gobernadores civiles o delegados del Gobierno en las Comunidades Autónomas uniprovinciales, el comienzo y el cese de sus actividades, cumplir cuantos requisitos exija la legislación vigente para el ejercicio de dichas actividades y figurar dados de alta, en su caso, en el epígrafe o epígrafes correspondientes de la Licencia Fiscal”.

El procedimiento legal exige que al cliente se le solicite copia del DNI y que el responsable del establecimiento realice, por su parte, una foto de cada objeto que se le entregue, debiendo cumplimentar además un formulario de doble copia, una de las cuales tendrá como destino el libro de registro, y la otra habrá de ser remitida a la Policía, que así podrá comprobar que no se trata de una pieza robada. El establecimiento no podrá vender el objeto hasta pasados quince días, en los que la Policía habrá comprobado si son o no piezas robadas.

Atención a la letra pequeña de los contratos

ADICAE ha examinado las condiciones de los contratos de algunas empresas dedicadas a la compraventa de oro. Hay que tener mucho cuidado con ciertas cláusulas que, al final, pueden hacer que la operación sea menos rentable para el consumidor.

Algunas empresas intentan blindarse contra errores u omisiones tipográficas, administrativas o de cualquier otra índole en la documentación de las ventas, en la página web, cotización, listado de precios, aceptación de oferta, factura u otros tipos de documentos o información cumplimentada por la empresa, diciendo que puede haber correcciones sin ningún tipo de responsabilidad por parte de la empresa.

Así tratan de eximirse de responsabilidad por errores propios, algo que perjudica claramente a los consumidores y que vulnera el Real Decreto Legislativo 1/2007, de 16 de noviembre, por el que se aprueba el texto refundido de la Ley General para la Defensa de los Consumidores y Usuarios y otras leyes complementarias, en el que se indica que la publicidad forma parte del contrato de un producto o servicio.

Además hay que tener cuidado con los costes añadidos a la operación de compraventa: gastos de fijación del precio, de transporte a la casa de la moneda o refinería –el oro comprado por estas empresas se funde-, de acuñación, de envío, almacenamiento, de seguro, manejo y administración,... es posible que algunas empresas traten de repercutirlo a los consumidores.

Cómo evitar los engaños

En primer lugar es preciso tener muy claro qué se quiere hacer con la pieza: empeñarla o venderla. Empeñarla consiste en dejarla ‘en prenda’ en un establecimiento, a cambio de pagar determinados intereses que pueden llegar a considerarse usurarios. Para hacer esto es recomendable acudir a los montes de piedad, cuyos intereses son menos dañinos para los consumidores. Venderla consiste, simplemente, en cambiarla por dinero, sin disponibilidad de recuperación.

Antes de hacer una u otra cosa es conveniente visitar varios establecimientos para conocer cómo funciona cada uno y qué ofrece. Desconfíe de los establecimientos ‘novedosos’ que hayan aparecido en su ciudad y apueste por los más tradicionales, ya que suelen cumplir con totalidad la normativa vigente.

Previamente a la venta es conveniente pesar las joyas en casa, con una báscula digital de precisión de cocina. Así podremos calcular mejor el valor de la pieza y prevenir los engaños de ciertos chiringuitos que emplean básculas trucadas. Cuando su valor no resida en su peso, sino en el diseño, en la antigüedad o en el tipo de piedra, es mejor conveniente consultar en una joyería o en un anticuario cuánto pagarían por el objeto en cuestión. El importe que puede recibir el consumidor en estos establecimientos puede ser mayor que el obtenido en un comercio de compraventa de oro.

Antes de contratar el empresario deberá poner a disposición del consumidor la información necesaria de forma clara, comprensible y adaptada a las circunstancias, como, por ejemplo, el precio de compra completo, incluidos los impuestos, así como el de venta. Además el comerciante tendrá que informar de la unidad de medida utilizada por su empresa.

ADICAE recuerda que en la factura, contrato y documentos necesarios en la compraventa deben aparecer todos los datos obligatorios, como el nombre, razón social y domicilio completo del responsable de la oferta contractual. El consumidor debe quedarse con una copia de toda esta documentación.