Barclays, HSBC, RBS y Lloyds compensarán con 7.500 millones de euros a miles de clientes a los que vendieron productos inadecuados
Mientras en otros países las sanciones por la venta de productos tóxicos inadecuados comienzan a ser relevantes, en España las autoridades continúan ‘mareando la perdiz’ y no obligan a la banca a devolver los ahorros invertidos en participaciones preferentes, deuda subordinada, cédulas hipotecarias,... productos vendidos, en muchos casos, como falsos depósitos.
06-07-2012
Las entidades financieras británicas Barclays, HSBC, RBS y Lloyds han aceptado compensar con 7.500 millones de euros a miles de “clientes no sofisticados” a los que vendieron productos financieros muy arriesgados, a sabiendas de que no eran plenamente conscientes de los riesgos que asumían.
Se trata de un caso semejante al de las participaciones preferentes en España y que pone de manifiesto la ineficiencia de la legislación, la regulación y la Justicia españolas, así como del sistema de sanciones aplicado a la banca. Mientras en otros países se imponen sanciones ejemplares como la mencionada, en España se permite –o incluso se insta a ello- a la banca cambiar estos productos por acciones.
ADICAE insta a las autoridades competentes en la materia a que tomen buena nota de la sanción impuesta por sus homólogos británicos, y a que obliguen a las entidades financieras a poner fin al corralito de las participaciones preferentes –vendidas como si de depósitos se tratase-, con el que atraparon alrededor de 30.000 millones de euros de los ahorros de casi un millón de familias obligadas, ahora, a convertirse en accionistas de más de 50 entidades si quieren tener opción a recuperar parte de sus ahorros, aun con cuantiosas pérdidas.
Además sería deseable que las autoridades investiguen también la venta de otros productos tóxicos entre clientes minoristas, como deuda subordinada, cédulas hipotecarias, cuotas participativas, pagarés, o la inclusión de swaps o cláusulas suelo en las hipotecas, todos ellos productos dañinos para la economía de unos consumidores que, en multitud de casos, no conocían la naturaleza real de los productos contratados.