El consumo de carburante de automoción, en mínimos de hace una década
15-06-2014
Andan los carburantes mucho más caros en España de lo que deberían según la renta disponible de los consumidores, camino del euro y medio el litro de la gasolina, por encima de los 1,3 euros el litro de gasóleo A. Ello debería significar que hay una demanda poderosa, que amenaza incluso el desabastecimiento, una razón suficiente para estos precios máximos, en camino de duplicarse respecto a lo que se pagaba antes de la crisis.
Pero, lejos de eso, ocurre que la gasolina y el diésel están más caros que nunca con la demanda por los suelos, en mínimos, pero en mínimos históricos, medidos en décadas. Así lo refleja la estadística que publica mensualmente la Corporación de Reservas Estratégicas de Productos Petrolíferos (Cores), un ente tutelado por el Ministerio de Industria que mide el consumo de carburantes, en todas sus formas, con datos desde 1996 y que ahora trata de lanzar el mensaje de que la demanda se está recuperando a toda velocidad.
Lo cual es relativamente cierto, si hablamos del gasóleo -no así de la gasolina-. Y si comparamos simplemente los primeros meses de 2014 con los de 2013; se habla de un 1,1% de aumento en el consumo de carburantes entre ambos ejercicios. Pero olvidan todo lo que ha caído la demanda de los carburantes durante los años que llevamos de crisis económica. Para dejarlo en una cifra, se consume ahora un 25% menos de carburante de lo que se registró, por ejemplo, en 2007.
Aquel año se marcó un récord, 33 millones de toneladas entre gasolinas y gasóleos para automoción, que vino precedido de otros dos ejercicios en los que esta demanda estaba por encima de los 30 millones de toneladas. Ahora, entre todos los carburantes, apenas se sobrepasan los 25 millones de toneladas, aún a pesar de que la población y el parque móvil son ahora mayores que hace siete años. Desde 2008 se inició un vertiginoso descenso del consumo de combustibles para vehículos que tocó fondo en 2012 y 2013, para iniciar un timidísimo repunte.
Sea como sea, los abusos que las comercializadoras de derivados de petróleo siguen perpetrando contra los bolsillos de los consumidores van justo en el camino contrario de la recuperación de una demanda sostenible de este mercado, como de otros. Los carburantes son bien esencial para la vida diaria de millones de ciudadanos que los precisan para su transporte, pero su encarecimiento, investigado incluso por la CNMC, merece la denuncia más contundente por parte de los consumidores.